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La mente y el cuerpo se relacionan de manera estrecha por lo que, según como se encuentre emocionalmente un individuo, su organismo reaccionará en consecuencia.
Todas las emociones negativas y persistentes, sin excepción, generan reacciones químicas en el organismo y cada organismo tiene su propio talón de Aquiles, que es por donde se expresara la enfermedad.
En las complejas interacciones funcionales del cuerpo, las hormonas y los neurotransmisores del sistema nervioso trabajan en un equilibrio preciso y delicado que determina la salud.
El desequilibrio conducirá, inexorablemente, a la enfermedad. Ante emociones perturbadoras (preocupaciones, broncas, temores, ansiedad, rencor, frustración etc.) el cuerpo produce una serie de sustancias químicas responsables de desencadenar enfermedades, tales como: hipertensión, las enfermedades cardíacas, el colon irritante, los dolores de cabeza, los trastornos tiroideos, las enfermedades de la piel, la obesidad, el pánico, la depresión, el cansancio prolongado, las alergias y diversos trastornos del sistema inmunológico.
Resulta necesario y útil incluir en los chequeos clínicos periódicos, análisis específicos para medir los niveles en la sangre de aquellos compuestos químicos y hormonales que permiten evaluar el grado de estrés de una persona.
