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Para un tiempo de crisis ecológica hay también un
nuevo tipo de escuela: la conciente.
Su propósito es combinar la libertad de
aprendizaje junto a la revalorización del ambiente como forma de interpelar al
mundo.
Una de estas escuelas es la que fundaron en 2003 María Celeste Vilar y
Romina Ponsetto en Bariloche. Se llama: Loa maitenes-Escuela Viva. Allí los
chicos pueden crecer conociendo el espacio que habitan y aprender a quererlo
para cuidarlo. Desde los 2 años, los pibes clasifican basura, separan los
restos orgánicos secos y observan cuales son reutilizables. Con parte de lo que
reúnen, hacen objetos de todo tipo. Por ejemplo, relojes con tapitas y corchos
y cajas que contienen materiales reutilizables. Los niños aprenden a conectarse
con las plantas, las flores, los arboles, los pájaros y todo lo que los rodea.
El proyecto empezó con 7 chicos para buscar una nueva manera de educar y en la
actualidad tienen jardín maternal, de infantes y el ciclo de primaria. Los
oficializaron y recibirán el reconocimiento del Ministerio de Educación.
El
lema de la escuela es acompañar y respetar el desarrollo evolutivo de cada uno,
apoyar el conocimiento ambiental y la creatividad.
Pedagogía que fluye.
Efectúan
salidas, caminatas, travesías y campamentos para tener mayor contacto con la
inmensidad, las montañas y el lago. Identifican animales, plantas nativas, exóticas
y medicinales. Reconocen además, la importancia del agua y del fuego, con gran atención
a la prevención de incendios. Este es un modelo que se repite en otros lugares,
con diversas características y vale la pena conocerlo.
Fuente:
Revista Viva.
Abril 2018.
Maria Teresa Morresi.