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La música es una gran organizadora. Ayuda a que
el cuerpo y la mente trabajen juntos sin disociarse desde muy temprana edad. Además,
es una gran aliada en los tratamientos psicológicos. En el caso de niños pequeños,
una sonata de Mozart o una de Schubert sirven para calmar las necesidades
amorosas y que se sientan bien contenidos.
Les permite desarrollar su inteligencia en general y su inteligencia emocional en particular.
Fuente:
Revista Nueva.
Luis Gratch. Guadalupe Raventos.
La idea de que la música produce un
equilibrio interno es de muy vieja data. Hace 2500 años, Pitágoras utilizaba
ciertas escalas y acordes para lograr el equilibrio mental y recetaba a sus
alumnos determinadas melodías para armonizar estados de ánimo negativos o para
aliviar las preocupaciones, el desanimo o la ira. Aristóteles, por su parte, no
tardó en descubrir que las melodías y los ritmos de la flauta fortalecían el
cuerpo, la mente y el espíritu. Y Platón, sostenía que la música era para el
alma lo que la gimnasia para el cuerpo. Lo que en esos tiempos no estaban en
condiciones de demostrar era que la música podía incrementar la inteligencia de
los más pequeños aumentando las conexiones neuronales.
La música los ayuda a
crecer, a organizar sus distintas posibilidades con la mayor alegría. Les permite desarrollar su inteligencia en general y su inteligencia emocional en particular.
Fuente:
Revista Nueva.
Luis Gratch. Guadalupe Raventos.