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Seres vivos y sensibles, sabios en su silencio, que cuentan con un complejo modo de manifestar sus “humores” y estados de salubridad, que se torna imprescindible conocerlos a fin de tratarlas como merecen. Las plantas se manifiestan ante nosotros mediante su apariencia.
Un vegetal que crece espontáneamente en un clima y terreno determinados (autóctono) seguramente encontrara allí los elementos químicos y ambientales propicios para su desarrollo y lozanía, pero cuando somos nosotros quienes decidimos su destino debemos estar atentos a sus demandas, cuando necesitan hierro, potasio o nitrógeno y cualquier otro mineral o grado de PH del suelo o que grado de luminosidad es el adecuado.
Las plantas responden a 3 estímulos esenciales que son precisamente los que debemos tener en cuenta:
Fototropismo: es aquel sentido que las orienta hacia la luz solar, elemento vital para elaborar la fotosíntesis mediante su follaje y tallos jóvenes y no plantarlas debajo de una galería ya que se torcerían al extremo, buscando el sol.
Geotropismo: este les hará buscar la orientación precisa hacia el centro de la tierra, por eso si las ubica en una barranca o montaña artificial en su parque, deberá hacerlo en forma perpendicular al nivel del terreno.
Hidrotopismo: guiara sus raíces hacia alguna provisión de agua: canaleta, cloaca, cañería o pozo ciego. Todos estos conceptos a tener en cuenta llevaran a ubicar las plantas en los lugares correctos.