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La soberbia fue catalogada por Santo Tomas como el pecado capital por excelencia, ya que lo considero como el origen del Demonio, ángel caído al querer imitar y alcanzar la grandeza de Dios.
Se la describe como el narcisismo, en base del mito de Narciso, adolescente extremadamente bello que un día, al acercarse a una laguna para calmar su sed, quedo tan fascinado por la belleza de su reflejo que no bebió por miedo a dañar la imagen y fue incapaz de dejar de mirarse. Finalmente, murió contemplando su reflejo y, la flor que lleva su nombre, creció en el lugar de su muerte.
Así se describen los dos componentes básicos del narcisista: la fascinación por si mismo y un deseo de admiración que termina siendo auto destructivo.
El perjuicio mas grave que le ocasiona este tipo de conductas es que despierta el rechazo en las personas frente a las que ejercen el dominio de su tiranía narcisista, aunque la mayoría de las veces suele ser silenciosa y latente
En realidad, una justa medida de narcisismo es necesaria para el sano proceso de construcción de la identidad. Así, los niños necesitan sentirse admirados, reconocidos por sus padres y valorados como seres únicos, sensaciones importantes para el desarrollo de su personalidad y de su autoestima.
Fuente: Revista Viva
