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Espuelas y estribos, aperos gauchescos, mates y
bombillas, imágenes religiosas, monedas.
Para fabricar esas piezas, en el litoral rioplatense se usaba la plata, un metal precioso que daría el nombre a este país y también a las aguas del Rio de La Plata, bautizado así por Sebastián Gaboto porque creía que sus aguas conducían a la Terra Argéntea (la tierra de la plata).
Este metal precioso ya se mencionaba en el libro del Génesis y fascinaba a los alquimistas medievales europeos por sus cualidades: la dureza (solo se derretía a 960 grados), la pureza y el brillo. Su único competidor serio era el oro.
La platería criolla nace con la creación de los distintos virreinatos que afirmaron el poderío español en América.
Al comienzo del periodo colonial, los plateros europeos y nativos tallaban objetos destinados a las iglesias para el ritual cristiano.
Los plateros europeos se inspiraban en el barroco plateresco o español, el rococó francés y el neoclasicismo italiano.
Los pobladores originarios decoraban sus piezas con iconos de la flora y fauna local. Por eso en el barroco guaraní de las misiones jesuíticas se ven yaguaretés y monos, plantas de caraguata y pasionaria.
Desde el siglo 18 se difundió la platería rural, con artesanos asentados en buenos Aires y en ciudades del litoral entrerriano y correntino.
Espuelas, estribos, cabezadas, frenos, tiradores y mangos de cuchillos eran un símbolo de riqueza para los gauchos y estancieros.
Ya en el siglo 19 se instalaron en Buenos Aires y Rosario varias casa francesas, alemanas e inglesas que importaban platería criolla fabricada en Europa con métodos industriales
Fuente:
Suplemento Viajes Clarín.
El Viajero Ilustrado.
Septiembre 2015.
Para fabricar esas piezas, en el litoral rioplatense se usaba la plata, un metal precioso que daría el nombre a este país y también a las aguas del Rio de La Plata, bautizado así por Sebastián Gaboto porque creía que sus aguas conducían a la Terra Argéntea (la tierra de la plata).
Este metal precioso ya se mencionaba en el libro del Génesis y fascinaba a los alquimistas medievales europeos por sus cualidades: la dureza (solo se derretía a 960 grados), la pureza y el brillo. Su único competidor serio era el oro.
La platería criolla nace con la creación de los distintos virreinatos que afirmaron el poderío español en América.
Al comienzo del periodo colonial, los plateros europeos y nativos tallaban objetos destinados a las iglesias para el ritual cristiano.
Los plateros europeos se inspiraban en el barroco plateresco o español, el rococó francés y el neoclasicismo italiano.
Los pobladores originarios decoraban sus piezas con iconos de la flora y fauna local. Por eso en el barroco guaraní de las misiones jesuíticas se ven yaguaretés y monos, plantas de caraguata y pasionaria.
Desde el siglo 18 se difundió la platería rural, con artesanos asentados en buenos Aires y en ciudades del litoral entrerriano y correntino.
Espuelas, estribos, cabezadas, frenos, tiradores y mangos de cuchillos eran un símbolo de riqueza para los gauchos y estancieros.
Ya en el siglo 19 se instalaron en Buenos Aires y Rosario varias casa francesas, alemanas e inglesas que importaban platería criolla fabricada en Europa con métodos industriales
Fuente:
Suplemento Viajes Clarín.
El Viajero Ilustrado.
Septiembre 2015.
