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El teatro de títeres es un arte completamente abierto que se ofrece a todo público. Lo que pasa es que, como actúan muñecos, siempre se piensa que es más para chicos que para grandes. A los padres, tíos, abuelos, también les gusta ver títeres, pero no se deciden a ir a un espectáculo para adultos. Entonces traen al nene y el chiquito es la excusa.
Cuando se dice que es una obra “para adultos” no es que no la puedan ver los chicos, sino que a veces el contenido se presta más para los grandes, hay diálogos muy largos o se habla de una cantidad de cosas que por ahí a los chicos les aburre.
Las obras dirigidas al público infantil están concebidas de otra manera, exigen una dedicación especial. Algo que hay que cuidar mucho con ellos es no provocar miedo, porque es curioso: los chicos pueden ver en la tele unas escenas terribles y no les pasa nada, pero en el teatro de títeres ven que sale un muñeco y hace una acción un poco fuerte y por ahí se asustan. Es que el teatro es vivo y tremendamente participativo.
La de los cuatro años es una edad adecuada para que los chicos puedan seguir un desarrollo argumental. Igual se considera que los lleven de más chiquitos porque, aunque el chico no esté compenetrado en la función, ve figuras y colores, oye voces, va familiarizándose con el ambiente y así se forma al futuro espectador.
Fuente: Revista el ABC de los chicos, suplemento La Valijita para Padres y Maestros. 2005. Sarah Bianchi. Directora del Museo Argentino del Títere.