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Algunos perros solo pueden andar con correa.
Otros estallan en ladridos de solo oír un ruido. Son muchas las razones que
llevan a los amos a recurrir a la ayuda de los psicólogos de perros. Muchos
pueden llevar a su mascota consigo, pero para otros salir con el perro puede
transformarse en una catástrofe.
El psicólogo suele ir a domicilio, observar al
perro y su hábitat. Corrobora que no tenga dolores e interroga a su dueño:
¿Desde cuando ha notado este comportamiento? ¿Ha ocurrido algo especial en ese
momento? ¿Desde hace cuanto vive el perro con usted? El amo también es
observado: los perros reflejan muchas cosas de las personas con las que
conviven. Muchas veces sus dueños no son conscientes de como influyen en el
animal.
A los perros les gustan las rutinas y si su amo esta estresado lo
notan. Antes de comprar un perro siempre se debe tener en cuenta si se podrá cubrir
sus necesidades. Algunos comportamientos se remiten a lo que el perro ha
aprendido.
Una vez que el psicólogo detecta el origen del problema, diagrama
una terapia definiendo los objetivos a corto y mediano plazo con los dueños. A
partir de entonces trabaja en pequeños pasos para intentar cambiar el
comportamiento del perro. Por ejemplo si se trata de un perro que no le gusta
quedarse solo, deja la puerta abierta de par en par y repite el procedimiento
hasta que el perro se aburre de verla abierta. Luego su amo puede salir
brevemente y volver a entrar, para darle a entender a su mascota que cuando
sale, vuelve enseguida.
Los especialistas aseguran que las terapias son
productivas. Pueden llevar semanas o meses, dependiendo de los objetivos
fijados y de lo arraigado que este el problema. El único inconveniente es
hallar un buen terapeuta, ya que no se trata de una profesión que tenga
reconocimiento oficial. No existen instituciones publicas de formación ni
planes de estudio.
Fuente:
Suplemento Domingo, diario El día. Mayo 2015.
Jaime
Hagedorn.