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La resistencia y la tolerancia al dolor en los
seres humanos disminuyen con la edad y está demostrado que los adultos mayores
padecen más dolores que las personas más jóvenes.
Se podría decir que los años
duelen y aunque el organismo de un mayor tiene más tiempo de “uso”, esta no es
la única causa.
El cuerpo es nuestra casa temporal, nuestro hábitat. Es un
extranjero en nuestra mismidad psíquica.
El dolor en las personas mayores es
una de las formas en las que el cuerpo expresa no solo algún desgaste biológico
sino también un desequilibrio emocional, la falta de armonía o una perdida
vital. Es decir, que cuando una parte del organismo duele, es porque hay perturbación
en su funcionamiento que por alguna razón se ha alterado.
Distintos motivos
permiten explicar los dolores más frecuentes en las personas mayores: una mala
postura, un esfuerzo inesperado, el cambio climático, un conflicto emocional, o
una tensión nerviosa que desencadenan en un organismo sobrecargado, dolores difíciles
de comprender para la familia y aún para los médicos.
Aunque un dolor
persistente suele ser común, no debe ser considerado “normal” por cuestiones de
edad ni el paciente se debe resignar a soportarlo.
El dolor físico muchas veces
está producido por una depresión oculta y diversas investigaciones demuestran
que toda persona deprimida siente dolores más intensos por tener niveles
elevados de citokinas, sustancias que desencadenan dolor por ocasionar inflamación
en diversas regiones del cuerpo.
Ocuparse solo del dolor sin prestar atención al
entorno o a la historia de vida de esa persona, suele lleva al fracaso de un
tratamiento si se aspira a resolverlo solamente con relajantes musculares, analgésicos,
antiinflamatorios o corticoides. Aunque estos fármacos a menudo son esenciales,
suelen ser insuficientes ya que existen otras formas efectivas de tratar el
dolor: terapia física, psicoterapia, masajes, ejercicios de relajación, yoga,
acupuntura, ejercicios aeróbicos acuáticos, meditación, jugar con una mascota,
escuchar música, no aislarse.
Fuente:
Revista Viva.
Junio 2016.
Consultorio.
Doctor Norberto Abdala, psiquiatra.