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Con las canciones de María Elena
Walsh (1930-2011) sucede algo que solo ocurre con los clásicos: parece que no están
inscriptas en el tiempo, parecen de
ahora, de siempre. Son canciones que nos invitaron a tomar el té, a bailar el
twist y a crear mundos del revés. A nosotros, a nuestros padres y a
nuestros hijos y probablemente a
nuestros nietos.
El valor de jugar es uno de los pilares en la obra monumental
de esta gran artista argentina. Y de eso sabe la ciencia: la capacidad de jugar
esta fuertemente relacionada con el desarrollo cognitivo y el bienestar social
y emocional. Jugar nos hace, a todos, estar mejor adaptados, tener más
flexibilidad cognitiva y menos estrés. Si bien el juego no es solo cosa de
niños, cumple una función clave en su crecimiento porque les permite
desenvolver habilidades simbólicas y de autorregulación.
Contar con tiempo y
espacios adecuados para que los padres jueguen con sus hijos favorece además el
vínculo de apego de los niños. Y esto, a su vez, contribuye a que sean
emocionalmente más seguros. Existen cinco tipos de juego humano:
Uno es el físico,
como correr, bailar y andar en bicicleta. Así se entrenan las capacidades
motoras, perceptuales y de coordinación.
Otro es el juego con objetos. Los
bebes exploran los objetos introduciéndolos en su boca, mordiéndolos, haciéndolos
girar y tirándolos.Alrededor de los cuatro años, la fabricación y construcción
son también formas de interacción con objetos.
Es a través del juego simbólico,
como el dibujo, las canciones, las adivinanzas y los trabalenguas, que los niños desarrollan habilidades técnicas para
expresar y reflexionar sobre sus experiencias.
El juego dramático consiste en “hacer como si”, jugar a la mama o al
papa, al médico, a la maestra, es decir, asumir roles. De esta manera, aprenden reglas sociales, a ser justos
y a respetar al otro.
Por último, los juegos con reglas incluyen los juegos físicos, como
las escondidas, juegos de mesa, juegos deportivos y electrónicos.
Hay que dejar
a los niños ser niños para que se conviertan en personas grandes, curiosas y
creativas. Para ello, una de las claves esta en lo que dice Osias, el célebre
personaje de María Elena Walsh, cuando pide al entrar en el bazar: “Quiero
tiempo, pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. Por favor, me
lo da suelto y no enjaulado adentro de un despertador.”
Fuente:
Revista Viva.
De la cabeza.
Dr. Facundo Manes, neurólogo.