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Cuando envejecemos todo nuestro
cuerpo cambia, incluído el cerebro. Por lo tanto, es esperable notar un cierto
grado de afectación en algunas funciones cognitivas, como la velocidad con la
que procesamos la información y la memoria. De hecho, la pérdida de memoria es
el cambio cognitivo más evidente en adultos de edad media (a partir de los 50
años) y avanzada.
Para algunos, los olvidos suelen ser fuente de preocupación y
angustia, generalmente por el temor de que estén indicando una demencia.
Existen grandes distinciones entre el declive de la memoria en el
envejecimiento normal y en condiciones patológicas, Con la edad es común que
aparezcan fallas en el recuerdo de información adquirida recientemente. En
cambio no olvidamos lo que estamos acostumbrados a hacer, como cocinar o
manejar. Es frecuente olvidar detalles irrelevantes, pero no eventos o sucesos
en su totalidad. Por ejemplo, todos en ocasiones olvidamos el nombre de un
actor o nos equivocamos el horario de un turno médico. No es preocupante eso. Ahora bien, sí lo
sería olvidar el nombre de nuestros hijos, no saber para qué sirven las llaves
o no recordar haber ido al médico el día anterior. También es importante
observar la frecuencia con la que ocurren los olvidos. Así perder los anteojos
u olvidar donde estacionamos el auto alguna vez no es alarmante. Olvidar todos
los días que comprar en el supermercado, sí.
Las personas mayores pueden
necesitar más tiempo o esfuerzo para recordar algunos datos o para aprender
cosas complejas, como usar el último modelo de celular.
Fuente:
Revista Viva.
Abril 2017.
De la cabeza.
Doctor Facundo Manes, neurólogo.