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Grande, mediana o pequeña, familiar o multitudinaria, la fiesta de cumpleaños para los chicos es motivo de gran ilusión, expectativa y ansiedad. Tanto que es muy difícil, casi imposible, encontrar un nene o una nena que no quiera tener una. La celebración permite dejar una huella en el psiquismo del chico para que luego la asocie a su cumpleaños. Además, les permite conectarse con sus deseos por cumplir, sus pequeños pero grandes proyectos por realizar en el nuevo año de su vida que va a comenzar. El ritual de soplar las velitas simboliza los proyectos, los deseos, dejar el pasado para aceptar lo nuevo que está por llegar.
Quienes concurrieron alguna vez al cumple de un bebe de un año, lo saben: el festejo está más destinado a los adultos que al propio homenajeado. Sin embargo, aunque su apenas año de vida no le permitirá guardar este recuerdo en su memoria, sí podrá entender que semejante movimiento y convocatoria de gente es en su honor. Por este motivo, los padres no deberían dejarlo pasar.
En el cumple de dos años, quizás los nenes todavía usen pañales, no hayan dejado el chupete o tomen mamadera, pero su lenguaje es más claro y tal vez hasta pregunten si esa fiesta es porque se portaron bien.
A partir de los tres años, un niño ya registra que la fecha coincide con el día en que nació y que el revuelo de la fiesta, los saludos y los regalos tienen que ver con esto. Además, ya está en el jardín de infantes, tiene sus compañeros y es el momento ideal para pensar en un festejo organizado a su medida que, además ninguna seño dejará pasar.
Fuente: Guía para padres. Jardín de genios