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Tener voluntad es el primer paso para querer hace algo. Buscamos que nuestros hijos sean inteligentes, cultos y saquen buenas notas. Pero olvidamos qué es lo que los lleva a eso. No se puede saber si no se quiere saber. Los primeros ocho años de vida de los hijos son claves. Es en esta etapa donde se desarrolla el noventa por ciento de su capacidad cerebral y donde incorporan los hábitos y valores que serán su base durante el resto de su vida.
Aunque parece un término abstracto, existen áreas puntuales donde podemos desarrollar la voluntad de nuestros hijos:
Educación temprana: es la etapa en la que el niño está en las mejores condiciones para el aprendizaje, donde los hábitos son más fáciles de incorporar. Ningún niño se desarrolla sobre estímulos no recibidos.
Eficacia y positivismo: consiste en inculcarle el optimismo como camino a los buenos resultados.
Educación preventiva: es muy importante enseñar que siempre es preferible prevenir que curar.
Ejemplos: la mejor forma de educar es el ejemplo. El niño copia lo que ve.
Motivación: debemos motivar las buenas acciones con premios y desalentar las incorrectas con castigos.
Educación personalizada: es importante conocerlos a fondo para saber cómo educarlos.
El objetivo como padres debe estar centrado en que nuestros hijos quieran ser ordenados, quieran ser responsables, quieran estudiar, algo que se logra por medio de la voluntad.
Fuente: Revista Psicología + positiva. Familia. Fernando Corominas