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Uno de los puntos principales para crear hábitos que fomenten la voluntad es la educación preventiva. A medida que nuestros hijos crecen se hace más difícil establecer la comunicación e inculcar los hábitos correctos. Los primeros años son esenciales, la etapa clave para dejar huella, ya que cuando sean más grandes, los padres no vamos a estar ahí constantemente para decir qué hacer y qué no. Por eso
es tan importante que tengan ganas de hacer aquello que siempre les decíamos que hicieran, como estudiar, aprender, ordenar su cuarto, ser buenos con los demás. El secreto de ese querer está en la voluntad que les hayamos enseñado en casa, esa es nuestra forma de prevenir.
Puertas adentro, el control lo tenemos nosotros. Podemos ser buenos padres y poner toda la energía en la educación de nuestros hijos, pero ¿qué pasa cuando crecen y el colegio comienza a formar parte de su desarrollo? Puede que en casa y en la escuela, los estímulos y las motivaciones para enseñar sean diferentes. Es ahí cuando aparece la primera prueba para nuestros hijos: elegir la conducta adecuada, estén en el ámbito que estén, es decir, tener la voluntad de hacer lo correcto, porque está en su esencia, porque fue enseñado en casa.
Fuente: Revista Psicología + positiva. Familia. Fernando Corominas