Obvio. Obviedad

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Cuanto mejor es la situación económica de una sociedad o de una persona, menor es el poder de incentivos materiales que las pueden movilizar. El dinero y lo material son buenos combustibles en la escasez, pero van perdiendo potencia en cuanto asoma la abundancia. 
La exitosa cobertura de las necesidades de supervivencia deja al descubierto otras carencias. Carencia de cosas que el dinero no compra: orgullo por la tarea bien realizada, alegría de ver como lo que hacemos mejora el mundo, posibilidad de poner nuestros dones en funcionamiento, y desde ya, vínculos profundos y trascendentes con las personas con quienes convivimos. En cierto modo esto trae a la mesa la clásica Pirámide de las necesidades humanas diseñada en la década del 50 por el psicólogo humanista Abraham Maslow. En la base de esa pirámide están las necesidades de supervivencia (alimento, agua, aire), en el escalón siguiente las de seguridad (protección, respeto de valores como la vida) en el tercero las de aceptación (amor, amistad, pertenencia), en el cuarto las de valoración (reconocimiento, confianza, respeto) y en el vértice como culminación las de autorrealización (moral, creatividad, aportes propios que dejen huella en el mundo). Si no se atiende a las necesidades de la base, no hay como seguir adelante. Pero si no se satisfacen las del vértice sobreviene la angustia existencial, el vacío, la sensación de sinsentido. La vida seria el escalamiento de la pirámide. 
Una vez alcanzado un buen nivel de satisfacción económica y material, hay que satisfacer el afecto. El afecto aun en las relaciones más cercanas se cultiva con presencia, con actitudes, con acciones y todo eso requiere tiempo. Pero si el tiempo esta dedicado a carreras acumulativas (de posesiones, dinero, bienes, fama, éxito) no habrá manera de invertirlo en los vínculos. La economía se basa en las relaciones humanas y  no al revés. Algunas personas lo saben sin ser economistas y al ir construyendo sus vidas saben donde poner los cimientos. En los años de vacas flacas todo esto parece una obviedad. En los de vacas gordas suele ocurrir que lo obvio es lo que menos se ve. 


Fuente: 
Revista La Nación. 
Mi mejor versión. 
Sergio Sinay. 
Tyler Cowen.