Suele decirse que los momentos
inolvidables del verano son breves. Esa experiencia en la galería, en el
quincho o en la terraza puede que no se repita en otras estaciones del año y habrá
que esperar unos meses para revivirla. Pero no todo está perdido. Los espacios
semicerrados pueden convertirse en sectores totalmente aptos para proseguir
esos encuentros protegerse y seguir apreciando el paisaje, gracias a los
cerramientos. Se trata de un sistema de alta calidad que crea un agradable
bienestar, al mismo tiempo que incrementa el valor de la propiedad. Dependiendo
de la vivienda o edificio, se caracteriza por adaptarse a casi todos los tipos de
construcción, aun en aquellas con muchos ángulos. Se compone de paños similares
a cortinas de cristal sin perfiles verticales y dispones de un mecanismo
corredero batiente. Es decir, los distintos paños se deslizan sin guías en el
piso. Las unidades se desplazan y pliegan como fuelles, en un costado del hueco
de la pared. Son versátiles, estéticos, de fácil mantenimiento y facilitan la
limpieza.
El cerramiento integra el interior con el exterior, generando una
vista única y versátil a todo tipo de ambientaciones. Además, añade un nuevo
espacio a la casa, que puede ser disfrutado en cualquier momento del año, es
decir, que no interrumpe la visual del paisaje, como no tiene guías en el piso
evita tropiezos al caminar y facilita la
limpieza.
La utilización del vidrio en el último tiempo alcanzo un
desarrollo importante, combinando belleza, durabilidad y transparencia,
asumiendo un gran protagonismo en las obras modernas.
Por su condición, aumenta
la sensación de espacio, aporta luz en los interiores y se integra en el
entorno.
El cerramiento de cristal permite redistribuir o configurar los
espacios para optimizar al máximo la superficie disponible.
Fuente:
Suplemento Construcción,
diario El Plata.
Marzo 2018.