Las baldosas cerámicas tienen un
gran potencial como material para fachadas: en el aspecto técnico las
propiedades intrínsecas de la cerámica (durabilidad, fácil mantenimiento,
dureza, nula absorción de agua, resistencia a las heladas, resistencia a la flexión,
inalterabilidad frente a agentes atmosféricos, capacidad ignifuga) la
convierten en el recubrimiento idóneo para soportar las condiciones de un
entorno exterior expuesto a constantes cambios meteorológicos.
En lo que hace a
la estética, la cerámica permite multiplicar las posibilidades creativas tanto
en obra nueva como en las reformas y rehabilitaciones.
Las piezas con volumen
son unas de las últimas tendencias para fachadas y revestimientos exteriores.
Piezas de pequeño tamaño y divertidos
colores, pueden hacer que la fachada de cualquier casa no pase
desapercibida.
Pero no solo la vanguardia tiene cabida en los revestimientos de
fachadas, piezas cerámicas clásicas y de aspecto rustico se renuevan para
recubrir todo tipo de edificios, desde casas de campo hasta bloques en la
ciudad.
Las piezas se pueden combinar con modernas placas solares, o ventanas
con dispositivos de control lumínico, para maximizar aun más el ahorro energético.
Las elegantes piezas cerámicas de color blanco, negro o gris, se incorporan a
las fachadas de apartamentos, casas cubo o para recubrir sus espacios.
El
tamaño de las baldosas es otro de los aspectos con los que juegan las fachadas
recubiertas con cerámica. Por su sistema de colocación, mediante anclajes mecánicos,
consiguen crear una cámara de aire que posibilita la ventilación y la mejora
del aislamiento térmico de los edificios, con el consiguiente ahorro energético.
Las juntas juegan un rol fundamental ya que absorben esas tensiones, cuanto
mayores sean las piezas menor será la cantidad de juntas y por lo tanto el
riesgo de desprendimiento.
La elección correcta de la mezcla adhesiva y la
pasta es fundamental para absorber las tensiones acumuladas por las piezas.
Fuente:
Suplemento construcción, diario El Plata.
Mayo 2018.