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Para mantener nuestras
articulaciones en buen estado todo el tiempo que sea posible, es necesario que
realicemos una serie de ejercicios que nos ayuden a cuidarlas.
Es fundamental
evitar el sobrepeso, usar un buen calzado, mantener una musculatura adecuada y
cuidar los excesos en el ejercicio físico. Realizar un correcto calentamiento
previo permite que los músculos soporten la intensidad del trabajo y reduce el
riesgo de sufrir daños. La hidratación y una dieta sana y equilibrada
constituyen la clave para no padecer calambres y otras lesiones.
Los
movimientos habrán de ser progresivos, a fin de mejorar la elasticidad muscular y tendinosa y la
lubricación y temperatura de las articulaciones.
Previamente a todo el ejercicio,
podemos aplicar tratamientos con frío o con calor en las zonas que se estarán
ejercitando. Si las articulaciones están calientes, enrojecidas o hinchadas, se
puede emplear hielo antes de iniciar la rutina de ejercicios. Si las
articulaciones presentan dolor o rigidez se puede emplear calor. Existen varias
maneras de aplicar frío o calor: Tomar una ducha tibia (no demasiado caliente) antes de los
ejercicios. Aplicar una bolsa o compresa caliente o una lámpara de calor en el
área dolorida o inflamada. Sentarse en un baño de hidromasaje con agua tibia.
Envolver una bolsa con hielo o vegetales congelados en una toalla y colocarla
en la zona que presenta dolor.
Fuente: Revista Optima. Octubre-Noviembre 2013.