Amenazas cotidianas

El cerebro tiene una actividad clave para la vida: detectar las amenazas que nos rodean y reaccionar ante ellas. 
Las personas tienen distintas maneras de responder: unos se rinden, otros las enfrentan y algunos quedan devastados. 

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Algunas amenazas serán amenazantes si: 1) son imprevistas o desconocidas. 2) impredecibles. 3) incontrolables y 4) atemorizantes para la seguridad interior o la certidumbre de la persona. 
Algunas amenazas son intensas y graves si ponen en riesgo la vida, mientras que otras son menos extremas pero mas prolongadas. 
Los hechos que perturban la vida cotidiana no afectan por igual a todos los seres humanos: la manera en que cada uno interpreta su realidad, mas su resistencia y el complemento de su genética, definirán el tipo de respuesta a las diferentes amenazas que enfrenta. 
Para la salud resultan mucho mas perturbadoras aquellas situaciones que son cotidianas, simultáneas o prolongadas que las intensas pero puntuales. 

El centro de las respuestas del cerebro a las amenazas se localiza en las amígdalas, una zona hacia donde convergen todas las señales que indican peligro y de donde salen, a su vez, diversas ordenes para que el organismo responda a lo que se percibe como peligros. La primera reacción es que se incrementa la producción de hormonas. Las principales son adrenalina, la vasopresina y el cortisol. Estas sustancias, que impactan en cada persona de manera particular, modifican su manera de pensar, de sentir y de actuar. 
Al principio se genera una reacción de alarma con taquicardia, sudoración, insomnio y dolores difusos. En una segunda etapa se impone recurrir a situaciones gratificantes ( comer cosas ricas, ingerir más alcohol, fumar, o buscar otras compensaciones) y por uúltimo, genera enfermedades (hipertensión, trastornos cardíacos, dolores musculares, angustia, ataques de pánico, bloqueos intelectual y sexual, mal humor).


Fuente: 
revista Viva. 
Diario Clarín. 
norbertoabdala@gmail.com.