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Vivir sin miedo no se trata de no
sentir temores, sino de sentirlos sin permitir que nos detengan y nos impidan
seguir adelante.
Vivir sin miedo es imposible y peligroso.
Tener coraje- que es algo muy diferente a ser
temerario- es reconocer el peligro, pero poniendo el corazón en lo que hace.
Pensar demasiado puede llegar a paralizar o a sacar el entusiasmo.
Hay 2 tipos
de miedo: el funcional que nos permite ponernos en estado de alerta, mejorar
los reflejos, ser mas eficaces y el paralizante, que se asocia a distorsiones
del pensamiento, consecuencia de creencias polarizadas y gran exigencia
interna.
Para comenzar a vivir plenamente hay que enfrentar los miedos. La evitación
nos impide aprender y desarrollar recursos.
Aprendamos a reconocer las
distorsiones cognitivas paralizantes, la mayoría proviene de la exigencia.
1)
anticipación catastrófica de futuro:”si me equivoco, mi futuro laboral está en
peligro y todo se vendrá abajo”.
2) ver las cosas como blanco-negro “si las
cosas no salen perfectas dirán que soy incapaz para este cargo”.
3) generalización”todos
están pendientes de esto”.
4)inferencia arbitraria “hoy estaba serio, seguramente
esta aburrido de mí, quiere dejarme y no sabe como decirlo”.
5) maximización de
la necesidad “lo necesito, no puedo vivir sin él, no lo soportaré.
6)
expectativas idealizadas “están convencidos que voy a hacerlo bien, ni se les
ocurre que puedo fallar". Semejante exigencia no puede sino paralizar. La
primera forma de vencer el temor es dejar abierta la posibilidad al fracaso.
Fuente:
Psicologia + positiva.
VI-DA
producciones.s.a.
Graciela Moreschi.
Psiquiatra.