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Además de para manifestarle a los otros nuestro amor, alegría, gratitud, tristeza y dolor, un abrazo alivia dolores físicos y emocionales, facilita la recuperación, retrasa el envejecimiento, regula la autoestima, reduce el apetito, facilita el descanso.
Si bien con los años tomamos conciencia plena de la importancia que tiene el contacto corporal, recibir abrazos es una necesidad vital desde el primer momento de nuestra existencia. Promueve las emociones positivas, las sensaciones de bienestar físico y emocional. Combate las emociones negativas, espanta el miedo, ahuyenta la sensación de soledad, quita dolores y penas, calma, relaja, acuna. Regula la autoestima, eleva los índices de confianza y motivación, promueve el crecimiento personal. Es vehículo de virtudes, mensajero de amor, del perdón, la gratitud. Fomenta el altruismo y la confianza.
Garantiza la unión y la sensación de que todos somos parte de algo. Es espejo de solidaridad y responsabilidad social. Su práctica beneficia el ánimo de la sociedad, más allá de cualquier tendencia moderna al individualismo. Es medicina casera garantizada. Es ecológico, no ocupa espacio, no necesita maquinaria, es portátil, genera y acumula energía.
Fuente: Revista La Nación. Febrero 2014. Eduardo Chaktoura. Alma Larroca.