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El organismo material, sin la
fuerza vital, es incapaz de sentir, de obrar, de conservarse a si mismo: todas
las sensaciones nacen y todas las funciones vitales se realizan por medio del
ser inmaterial ( el principio vital) que lo anima, tanto en estado de salud
como en la enfermedad.
Cuando una persona se enferma, es solamente la fuerza
inmaterial y activa por sí misma y presente en todas las partes del organismo,
la que sufre desde luego la desviación que determina la influencia dinámica del
agente morboso hostil a la vida, el principio vital únicamente, en estado
normal, es el que puede dar al organismo las sensaciones agradables e
inclinarlo a las manifestaciones irregulares que llamamos enfermedad, pero como
es una fuerza invisible por sí misma y sólo reconocida por sus efectos en el
organismo, sus perturbaciones de aquellas partes del cuerpo accesibles a los
sentidos del observador y de los médicos, es decir, por los síntomas morbosos y
no de otro modo puede darse a conocer.
Lo único que produce las enfermedades es
la fuerza vital, morbosamente afectada. Por consiguiente los fenómenos morbosos
accesibles a nuestros sentidos expresan al mismo tiempo todo el cambio
interior, es decir, todo el trastorno morboso del dinamismo interno, en una
palabra revelan la enfermedad, por eso la desaparición, debido al tratamiento.
Fuente:
Revista Mundo Homeópata.
Enero 2013.
Dr Samuel Cristian Hanemann.