¿Cuan moderados deberiamos ser?
Esa es la pregunta que frente a cada situacion, nos recomienda la templanza.
Toda una virtud, de las mas complejas. El desafio, en definitiva, es lograr que
la voluntad gobierne sobre la pasion descontrolada, la ansiedad, la ira y
tantas otras emociones mas que caminan siempre por la cuerda floja de nuestra
autoestima.
Del latin temperantia, la etimologia de la palabra nos invita a
reflexionar sobre la consigna de nuestro ejercicio emocional: moderar la
temperatura. Aprender a encontrar la temperatura justa de nuestro termostato
emocional. Autorregulacion.
Los beneficios de la templanza solo son positivos cuando, frente a cada
circunstancia somos conscientes del verdadero costo-beneficio emocional de la
experiencia. Lo templado no siempre es el punto justo entre lo frio y lo
caliente. No todo requiere de la misma temperatura. No todos sentimos de la
misma manera. Debemos lograr el punto medio al que el marketing espiritual se
ha encargado en consagrar como equilibrio.
Fuente: Revista La Nacion. Enero
2014. Eduardo Chaktoura.