Entre los incas el uso de la
vestimenta respondía de modo muy estricto a la situación social de cada
individuo.
Únicamente aquellos que pertenecían a la realeza o a las familias de
los principales Ayllus o clanes podían
llevar adornos de tipo complicado o piedras preciosas.
Uno de los momentos más
importantes en la vida de un joven era una ceremonia en el que el muchacho se
arrodillaba ante el propio inca para que
éste le perforara con su daga de oro los lóbulos de las orejas. Esta
perforación se agrandaba paulatinamente para dar lugar a los grandes adornos
que solo los nobles podían usar, Muchos de estos ornamentos eran tan
grandes que llegaban a tocar los
hombros. Fue así que los españoles, les dieron el apodo de “orejones”.
No
fueron los incas los primeros en destacarse en orfebrería. Sus antepasados los
MOCHICAS ya eran verdaderos maestros unos 1.000 años antes, pero fueron los
incas quienes se dedicaron al a explotación del oro.
Fue esta historia de un
verdadero imperio de oro que llegada a oídos de Pizarro, lo llevo en 1’532 a
escalar los Andes con sus 160 compañeros para acabar con el Imperio.
Texto de
ENCICLOPEDIA DE LA HISTORIA DE NUESTRO PAIS Y DE AMERICA. Editorial Clasa.
1.986.