Al comprar una vivienda, evalúen,
en primer lugar el barrio, después la cuadra y luego el edificio.
Si vamos a
remodelar, debemos asesorarnos previamente con un profesional, ahorramos
contratando a gente especializada, el costo por correcciones termina siendo más
alto.
Hay que firmar algún tipo de contrato al iniciar la obra y asegurarse de
trabajar con gente que pueda responder.
Es fundamental trabajar a fondo el
presupuesto, planificar todo lo que se pueda de antemano y ser racionales con
los gastos, es mejor dedicarle tiempo al presupuesto para que el cliente pueda
tener todas las variables y pueda elegir.
Remodelar no implica tirar la casa
abajo y volverla a hacer.
Una obra mueve aspectos insospechados de la
personalidad, y suele generar conflictos de familia, porque obliga a ejercitar
cada día la decisión y la tolerancia.
Las personas a las que les cuesta hacer
una obra son las que tienden a ser obsesivas: se les hace difícil soportar
tantas cosas sobre las que no tienen control, como el polvillo que queda
flotando y ensucia o ver que se abre una pared y aparece algo inesperado.
Todo
cambio en la dirección del plan original tendrá consecuencia en tiempo y
dinero.
El lunes es un día conflictivo: alguno de los gremios no viene a
trabajar.
Para evitar malos entendidos el cliente debe comunicarse siempre con
el arquitecto y no directamente con los obreros.
Texto de REVISTA LIVING.
Damián Revelli. Decoproyecto.